• Microsoft argumenta que las partes "no programables" del sistema operativo, como la interfaz gráfica, están protegidas por derechos de autor y no pueden ser revendidas.
  • La demanda original de ValueLicensing contra Microsoft se remonta a 2021, alegando prácticas anticompetitivas que perjudicaron el mercado de reventa.
  • Si Microsoft gana, podría invalidar la existencia del mercado europeo de reventa de software de segunda mano.

Microsoft se enfrenta a un juicio en el Reino Unido que podría tener profundas implicaciones para el mercado de licencias de software de segunda mano. La disputa legal con el revendedor ValueLicensing se centra en la legalidad de revender licencias de Windows y Office. El argumento principal de Microsoft es que ciertos componentes del sistema operativo, específicamente las "obras protegidas por derechos de autor no programables" como la interfaz gráfica de usuario (GUI), no son susceptibles de reventa, a diferencia de las obras programables. Si este argumento prospera ante el Tribunal de Apelación de la Competencia del Reino Unido, podría significar el fin del mercado de licencias de segunda mano en Europa.

La batalla legal no es nueva; comenzó en 2021 cuando ValueLicensing demandó a Microsoft por 270 millones de libras, acusando a la compañía de ahogar a la competencia. La demanda alegaba que Microsoft había implementado prácticas, como ofrecer descuentos por la entrega de licencias antiguas para otros servicios, que reducían la disponibilidad de licencias en el mercado de segunda mano. Microsoft, en respuesta, ha cambiado su defensa para argumentar que este mercado nunca debió haber existido en primer lugar, una postura que ValueLicensing considera un cambio drástico de su defensa inicial.

El resultado de este caso podría ser crucial. Para muchos consumidores, la compra de licencias de Windows de segunda mano es una forma común y asequible de obtener el sistema operativo. Si Microsoft prevalece, se sentaría un precedente que sacudiría significativamente este mercado. Dada la proximidad del fin de vida de Windows 10 y la reticencia de algunos usuarios a adoptar Windows 11 o explorar alternativas como Linux, hacer que Windows sea aún menos accesible podría no ser la estrategia más beneficiosa para Microsoft a largo plazo, especialmente considerando la tendencia general hacia modelos de suscripción y servicios.