• La adquisición de EA por 55.000 millones de dólares, financiada por fondos saudíes y de Jared Kushner, podría generar una deuda de 20.000 millones de dólares.
  • El exproductor Mark Darrah teme que esta deuda obligue a EA a buscar ahorros, lo que probablemente resultaría en despidos y cierres de estudios.
  • Existe preocupación por la influencia de los nuevos propietarios en la línea editorial de los juegos, especialmente en temas de diversidad y representación.

La reciente adquisición de Electronic Arts (EA) por 55.000 millones de dólares, con la participación del Fondo de Inversión Pública (PIF) de Arabia Saudí y Affinity Partners de Jared Kushner, ha generado gran inquietud en la industria. Mark Darrah, quien fuera productor en BioWare durante más de 20 años, ha expresado su preocupación en YouTube sobre las posibles consecuencias de esta operación, que se trata de una compra apalancada. Según Darrah, esta modalidad implica que EA asumirá una deuda adicional de 20.000 millones de dólares, lo que requerirá el pago de considerables intereses anuales. Ante los beneficios netos actuales de EA, que rondan los 1.100-1.200 millones de dólares anuales, el pago de intereses por esta deuda podría consumir una parte significativa de sus ganancias.

Darrah sugiere que, para una empresa históricamente conservadora financieramente como EA, la necesidad de generar ahorros será primordial. Dado que la mayor parte de los costes de una compañía de videojuegos provienen de su personal, esto apunta directamente a la posibilidad de despidos masivos y al cierre de estudios. La preocupación se agrava por la naturaleza de los inversores, especialmente el PIF saudí, conocido por su implicación en casos de 'sportswashing' para mejorar su imagen internacional. Darrah especula que esto podría influir en la dirección de los mensajes de los juegos, buscando evitar controversias o promover una imagen favorable para el gobierno saudí. Sin embargo, descarta la idea de un cambio radical en la línea progresista de estudios como BioWare, señalando que sería un desastre de percepción pública.

A largo plazo, la situación podría ser beneficiosa si EA aprovecha la oportunidad de operar como empresa privada para innovar sin la presión trimestral. No obstante, Darrah es claro en que, a corto y medio plazo, el panorama es sombrío. Se anticipan despidos tanto en los estudios de desarrollo como en departamentos financieros y de relaciones públicas. Posteriormente, podrían producirse cierres de estudios. La esperanza reside en que, al no tener que rendir cuentas a accionistas cada tres meses, EA pueda permitirse proyectos a más largo plazo y arriesgados. Sin embargo, la deuda generada por la adquisición hace más probable la necesidad de reducir costes drásticamente, lo que pone en riesgo la estabilidad de varios estudios y equipos dentro de la compañía.