- La animación de las piernas de Emilia Clarke al montar dragones supuso un gran desafío para el equipo de efectos visuales.
- Se utilizaron soportes de madera y rigs complejos para simular el movimiento de los dragones, requiriendo extensas correcciones digitales.
- La actriz también tuvo que adaptarse a los movimientos de los rigs y anticipar las acciones del dragón para que la escena resultara creíble.
La creación de las imponentes escenas de Daenerys Targaryen montando dragones en la aclamada serie Juego de Tronos presentó un reto considerable para el equipo de efectos visuales (VFX). Lejos de ser un problema la recreación de las bestias aladas o los vastos paisajes, el principal quebradero de cabeza provino de un elemento inesperado: las piernas de la actriz Emilia Clarke. La complejidad radicaba en hacer que las extremidades de la actriz se movieran de forma natural y coordinada con la animación del dragón, algo que resultó ser una tarea ardua y laboriosa.
Para simular las secuencias de vuelo, el equipo empleó un soporte de madera que simulaba al dragón, sobre el cual Clarke se sentaba mientras se planificaban los movimientos de cámara. Sin embargo, pronto descubrieron que los dragones, a diferencia de un objeto sólido, se mueven y flexionan, y sus músculos se contraen. Esta dinámica natural del dragón no se reflejaba en las piernas de la actriz, lo que obligó a reemplazar digitalmente sus piernas en numerosas tomas para que parecieran integradas con la anatomía del dragón. El proceso de deformar y animar la parte inferior del cuerpo de Clarke para que encajara con la geometría del dragón, especialmente las rodillas, consumió una gran parte del esfuerzo de producción en estas escenas.
Además de los desafíos técnicos para el equipo de VFX, la propia Emilia Clarke tuvo que lidiar con la dificultad de actuar sobre los rigs que simulaban a los dragones. Inicialmente, se utilizaban soportes mecánicos que requerían que el equipo moviera manualmente, y más tarde, rigs más grandes y complejos controlados por joystick. Clarke tuvo que aprender a anticipar los movimientos del dragón, incluso la respiración, para que las escenas resultaran convincentes y para minimizar la necesidad de correcciones digitales posteriores. A pesar de las dificultades, tanto la actriz como el equipo técnico lograron superar estos obstáculos, dando lugar a algunas de las secuencias más memorables de la saga Juego de Tronos.