- Se identificaron genes en golden retrievers asociados con comportamientos específicos.
- Una alta proporción de estos genes se correlaciona con regiones del genoma humano ligadas a diferencias conductuales.
- Las asociaciones encontradas a menudo vinculan genes con comportamientos muy distintos entre especies.
La investigación genética ha profundizado en las bases de la conducta, explorando similitudes sorprendentes entre el comportamiento animal y humano. Un estudio reciente, centrado en una población de más de 1.000 golden retrievers, ha descubierto una notable correspondencia entre los genes que influyen en la conducta canina y aquellos que afectan la personalidad humana. Sin embargo, esta conexión genética no siempre se traduce en comportamientos idénticos, lo que añade una capa de complejidad al entendimiento de la herencia conductual.
Investigación genética en perros
El estudio, liderado por un equipo de la Universidad de Cambridge, aprovechó los datos del Golden Retriever Lifetime Study, que recopiló información conductual anual de más de 3.000 propietarios. Se obtuvieron muestras de sangre de más de 1.000 perros para analizar sus genomas. Los investigadores compararon estas secuencias genéticas con las calificaciones de comportamiento de los perros en áreas como el miedo o la agresividad hacia extraños y otros animales. Se analizaron 14 tendencias conductuales, asociando 12 regiones genómicas con comportamientos específicos y otras nueve con asociaciones más débiles. Es importante destacar que, debido a la naturaleza generalmente amigable y tranquila de los golden retrievers, muchos de estos rasgos mostraron puntuaciones bajas, lo que dificultó la identificación de asociaciones robustas en algunos casos.
Desafíos en la asociación de genes y comportamiento
Los resultados revelaron que algunas regiones genómicas asociadas con la sensibilidad táctil en golden retrievers se habían relacionado previamente con la afición por la persecución y la agresión dirigida al dueño en estudios que no se limitaban a una raza específica. Este hallazgo sugiere que ciertos genes podrían sentar las bases para diversos comportamientos, pero su manifestación final estaría influenciada por otros factores genéticos o ambientales. La dificultad para aislar comportamientos de rasgos físicos, como la tendencia de razas pequeñas a parecer más agresivas por sentirse amenazadas, también presenta un desafío constante en este campo de estudio.
Conexiones genéticas entre perros y humanos
Al examinar las regiones genómicas equivalentes en humanos, los investigadores observaron patrones similares de divergencia conductual. Por ejemplo, un gen cercano al locus de la agresión canina dirigida a otros perros se asocia en humanos con la inteligencia, el rendimiento cognitivo, el rendimiento educativo y el trastorno depresivo mayor. En total, se identificaron una docena de sitios genéticos asociados con diferencias conductuales tanto en humanos como en perros. Algunas de estas asociaciones son más intuitivas, como la región genómica vinculada al miedo en perros, cuya contraparte humana se relaciona con el neuroticismo y la ansiedad.
Complejidad de las influencias genéticas
Otras conexiones resultan más complejas. Una región cerca del gen ROMO1 se asoció con una buena respuesta al entrenamiento en perros. En humanos, esta misma región se ha relacionado con el rendimiento cognitivo, así como con la depresión y la irritabilidad. Esto subraya la idea de que muchos de estos genes podrían haber evolucionado para conferir flexibilidad al sistema nervioso, pero factores externos o genéticos adicionales dirigen esta flexibilidad hacia resultados específicos. Es crucial entender que los 'factores ambientales' en el contexto del comportamiento pueden incluir tanto exposiciones químicas como experiencias vitales significativas.
Implicaciones y futuras investigaciones
El estudio concluye que, si bien se han identificado genes con funciones conductuales comunes y conservadas en mamíferos, la conservación de los comportamientos específicos que regulan no es tan universal, incluso entre diferentes razas de perros. Los autores señalan algunas limitaciones, como la posible influencia de las percepciones de los dueños en la evaluación del comportamiento de sus mascotas y las variaciones en los entornos de crianza. No obstante, el tamaño de la muestra debería mitigar sesgos espurios. La investigación abre la puerta a comprender mejor cómo la genética y el entorno interactúan para moldear la personalidad y el comportamiento en diversas especies.