• El director general, Tim Davie, dimite tras una serie de escándalos, incluyendo el caso de Huw Edwards y la manipulación de un discurso de Trump.
  • Un informe interno revela "problemas serios y sistémicos" en la imparcialidad de la cadena, especialmente en su cobertura del conflicto palestino-israelí.
  • El personal expresa preocupación por la falta de autocrítica y la posible superficialidad de las medidas adoptadas para abordar la crisis.

La radiotelevisión pública británica, la BBC, se encuentra inmersa en una de las peores crisis de su historia centenaria. La reciente dimisión de su director general, Tim Davie, y de la jefa de noticias, Deborah Turness, pone de manifiesto las graves tensiones internas y los escándalos que han erosionado la confianza en la institución. Estos eventos se desencadenan tras la publicación de un informe interno que señala "problemas serios y sistémicos" en la cadena, afectando su credibilidad y su compromiso con la información imparcial.

Escándalos de abuso y manipulación sacuden la BBC

La crisis se intensificó a raíz de varios incidentes graves. Uno de los más sonados fue la renuncia del presentador estrella Huw Edwards, tras revelarse que pagó a un menor por fotografías explícitas. Lo que pocos sabían era que Edwards también enfrentaba cargos por acceder a material de abuso infantil. A pesar de estar al tanto de la detención de Edwards seis meses antes, la dirección de la BBC continuó pagándole su cuantioso salario. Paralelamente, un informe del asesor Michael Prescott destapó que uno de los programas de actualidad más importantes de la cadena, Panorama, había manipulado un discurso del expresidente Donald Trump, alterando su significado al unir frases pronunciadas con 55 minutos de diferencia. Esta manipulación, que podría haber llevado a Trump a interponer una demanda multimillonaria, fue el detonante final para la dimisión de Davie.

Imparcialidad cuestionada en coberturas sensibles

El informe Prescott no solo se centró en el caso Trump, sino que también arrojó luz sobre "problemas sistémicos" en la cobertura de temas controvertidos como la ideología de género y el conflicto palestino-israelí. Se criticó la excesiva presencia de un colaborador con tuits antisemitas y la publicación de informaciones sobre el conflicto en Gaza basadas en fuentes no contrastadas o afiliadas a Hamás, a pesar de que periodistas de la propia BBC habían informado previamente sobre la procedencia de los hallazgos. La cadena ha tenido que emitir 215 correcciones y aclaraciones en su cobertura de este conflicto en los últimos dos años, evidenciando una preocupante falta de rigor.

La cultura interna y la respuesta de la dirección

El personal de la BBC expresa una creciente preocupación por la cultura interna y la aparente falta de autocrítica por parte de la dirección. Muchos consideran que las dimisiones de Davie y Turness son meramente performativas, sin abordar las causas profundas de los problemas. Las iniciativas internas como la campaña "Call It Out" (Denúncialo), destinada a fomentar la denuncia de problemas en el lugar de trabajo, han sido recibidas con escepticismo e incluso burla por parte de algunos empleados, quienes la consideran una medida superficial e ineficaz. La sensación generalizada es que la BBC es experta en informar sobre los problemas ajenos, pero carece de la robustez necesaria para afrontar y resolver sus propios conflictos internos.

Futuro incierto y posibles cambios

El futuro de la BBC y su liderazgo es incierto. La elección del próximo director general será crucial para determinar si la institución puede realmente reformarse y recuperar la confianza perdida. Existe el temor de que la cadena opte por medidas cosméticas para apaciguar las presiones externas, como la posible cancelación de Panorama, en lugar de implementar cambios estructurales profundos. La moral entre el personal es baja, y la incertidumbre sobre la dirección futura de la cadena es palpable.